Vivimos en un momento en el que la competencia es brutal y, por ello, para alcanzar el éxito y diferenciarse del resto de las compañías, es necesario ofrecer algo más al cliente, entre lo que, sin duda, destaca una buena atención, pues este detalle se queda grabado en el corazón del cliente y determinará su fidelidad (o rechazo) para siempre.
A los medios tradicionales les ha salido, desde hace años, una fuerte competencia. Con la llegada de la digitalización aparecieron nuevos escaparates para las marcas, principalmente las redes sociales, donde los anunciantes detectaron una nueva oportunidad para generar ruido y llegar a su público objetivo, especialmente a los usuarios más jóvenes (los conocidos como «nativos digitales»).
A lo largo de las últimas décadas, la educación superior ha experimentado un cambio sin precedentes. ¿Los motivos? La creciente demanda de alumnos de todo el mundo que buscan otras opciones que no sean trabajar en una oficina de lunes a viernes durante la mayor parte de su vida. Hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, lo único que los estudiantes necesitan es un buen apoyo para estudiar (y un portátil), además del deseo de aprender, que siempre debe permanecer intacto.
No hay duda de que la formación profesional está ganando terreno cada día que pasa. De hecho, según datos del Ministerio de Educación, este tipo de estudios ha crecido un 43,3% en los últimos cinco años, lo que pone de manifiesto que los alumnos apuestan cada vez más por formación más práctica con una rápida inserción en el mundo laboral.