- Date of publication
- Enero 2022
ESIC Business & Marketing School
Paco Lorente, profesor de ESIC y director creativo en Sinaia Marketing
Cuando alguien está triste, desanimado o afligido cualquier excusa es válida para ahondar en ese sentimiento de pesadumbre. Los más vulnerables ven como este tercer lunes del mes de enero se ha convertido en el día en el que todas las tristezas del momento convergen y florecen para disfrutar de un día realmente melancólico.
Este año, el lunes 17 de enero está marcado en el calendario como el día más triste del año, el ya conocido como Blue Monday. Con cierta, pero también escasa base científica este famoso día es recibido por seguidores y detractores a partes iguales, y es que hoy por hoy cualquier día con una etiqueta bien colocada puede triunfar en nuestra sociedad sumamente digitalizada.
Cada año comienza con nuevos y difíciles propósitos que cumplir, donde los niños vuelven al cole y los adultos al trabajo después de la Navidad. Y, además, coincidiendo con la verdadera llegada del frío. Fechas donde se alinean los elementos para que nuestra mente y cuerpo sienta cierto hastío y angustia, solo solventadas por el esperado tiempo de rebajas invernales, aunque este año, todo se magnifica gracias al avance de Omicron y los continuos mensajes de subida de los precios de la energía y de los homólogos en la cesta de la compra.
Quizás, pensándolo mejor, este Blue Monday se avecina "azul oscuro, casi negro", como titulaba Daniel Sánchez Arévalo su película.
El estrés y la ansiedad recibidas por todos estos acontecimientos afectan al estado de ánimo de las personas y esto establece un escenario de consumo donde las marcas se pueden valer de estos atributos para establecer sus dirigidos mensajes. Al fin y al cabo, son valores totalmente intangibles que se pueden establecer y experimentar cualquier día del año, pero alrededor de la etiqueta Blue Monday se concentra un mensaje provocador, único y con un gran poder de viralización.
No podremos saber si este Blue Monday realmente existe o no, lo único que podemos afirmar es que este tipo de etiquetas funciona como un auténtico efecto llamada altamente contagioso donde el autodiagnóstico de la tristeza responde como una prueba ineludible a los complicados días de la antigua cuesta de enero.
Aunque el Blue Monday sigue guardando más sentido simbólico que otra cosa, movimientos promovidos por contrarios a este día bajo el lema de #StopBlueMonday no hacen más que potenciar esta festividad de la tristeza, puesto que no hay nada más potente para algo que obtener una oposición clara y directa que se sitúe en totalmente en el otro extremo del segmento. La batalla del tercer lunes del año está servida y seguro que dará mucho que hablar en los próximos tiempos.
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